La canción más emblemática del cantautor tuvo muchos contratiempos durante su creación. Fue grabada a última hora, ya que Alejandro nunca se sentía satisfecho con el resultado y eso lo frustraba. Al final, gracias a los aportes musicales de Lulo Pérez en el arreglo de metales, el sonido italiano de Emmanuele Ruffinengo y la esencia Flamenca de Alejandro nació la pieza maestra que hoy todos conocemos y cantamos.