Este vehículo fue, en sus inicios, diseñado para ser el coche más veloz de Norteamérica, el más lujoso y, como tal, el más caro. En su fabricación, lo produjeron en dos versiones cerradas diferentes: una descapotable y otra cerrada. Su éxito fue tal que no sólo era demandado en América, sino que incluso en Europa había demanda, llegando a ser adquirido por el Rey Alfonso XIII, por lo que llegó a costar 7,4 millones de euros.